Friday, May 02, 2014

ZOMBIE STRIPPERS


ZOMBIE STRIPPERS



Zombie Strippers reúne los ingredientes que toda película de mal gusto desea tener. Sangre a chorros por montón; zombies devorando cerebros, tripas y todo tipo de órganos humanos volando por los aires, incluyendo órganos sexuales; mujeres desnudas acechando torpes hombres cabareteros y actores de culto en el ocaso de sus carreras como es el caso de dos nombres referentes en sus respectivos ámbitos y que aparecen en esta película como un gancho para atraer espectadores: Robert Englund (un referente del cine de terror, actor que encarnó al ya clásico Freddy Krueger en todas las películas de la saga “A Nightmare On Elm Street”) y Jenna Jameson (una referente de la industria porno elevada a la categoría de diva y que a estas alturas ha trascendido de su campo para explorar otras facetas de la industria). En ambos casos, sus apariciones responden a una necesidad por mantenerse vivos en un medio que prioriza cada vez más la aparición de nuevos rostros.




A pesar de contener elementos que toda película de cine B desearía tener, le cuesta pasar la línea del mal gusto como sí lo hacen las películas de Lloyd Kaufman o las de John Waters (si la extrapolamos a otro género). Sin embargo, se las arregla de buena manera para salir airosa con una trama muy cercana a la comedia negra, donde el personaje Ian Essko (personificado por Englund) se parodia imitando gestos o textos que muchas veces caracterizó con su personaje de Freddy Krueger. De igual forma Jenna Jameson también se parodia a través de su personaje donde si bien no la vemos en escenas sexuales explícitas, sigue haciendo lo que mejor sabe hacer: mostrarse desnuda.





La trama es bastante simple: un club nocturno administrado por Essko (Englund) recibe la accidentada visita de un soldado que viene arrancando de un motín llevado a cabo por una horda de zombies en un laboratorio secreto del gobierno de Estados Unidos que curiosamente (y sin mayor explicación) se encuentra cerca de este club nocturno. Basta con que este soldado muerda a una de las bailarinas para que el virus que transforma a las personas en zombies comience a expandirse en este local, contagiando a las bailarinas quiénes ofrecen una extraña mezcla de sensualidad zombie suben al caño con sus cuerpos cayéndose en pedazos o caminando torpemente como característica de todo muerto viviente.




En resumen, una película sin muchas pretensiones más allá que la de seguir perpetuando el género de los zombies y del terror, pero desde la perspectiva de la estupidez. Sumándole a esto la aparición de strippers desnudas, eleva (o disminuye) esta película a la categoría de cine Z.





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